¿Sigue siendo la OTAN una organización legítima en el contexto mundial actual?

La OTAN, originalmente clave para garantizar la seguridad y la paz mundial

 

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es una alianza político-militar creada en 1949 en el contexto de la Guerra Fría para garantizar la seguridad colectiva de Europa frente a la amenaza soviética. La organización ha llevado a cabo intervenciones militares destinadas a mantener la paz y proteger a la población civil. Sin embargo, algunas de estas intervenciones, llevadas a cabo sin un mandato explícito de la

Organización de las Naciones Unidas (ONU), han suscitado controversia y socavado la legitimidad de la organización. Además, la aparición de las llamadas guerras híbridas no convencionales, la evolución del derecho internacional y las tensiones geopolíticas requerirían una adaptación por parte de la OTAN que no se ha hecho hasta ahora.

 

Así, la legitimidad de la OTAN está siendo puesta en tela de juicio por operaciones llevadas a cabo sin un mandato explícito de la ONU, algunas de las cuales no han sido concluyentes, y en segundo lugar por el hecho de que el paraguas protector de los Estados Unidos ahora parece haber sido sacudido.

 

Intervenciones sin un mandato explícito de la ONU: un problema que cuestiona la existencia de la OTAN

 

Una de las principales causas del cuestionamiento de la legitimidad de la OTAN es el hecho de que algunas de sus intervenciones militares se han llevado a cabo sin un mandato explícito de la ONU. Este fue el caso de dos operaciones particularmente conocidas: una durante la

intervención en Kosovo en 1999 y la otra fue la operación en Libia en 2011.

 

La intervención en Kosovo tuvo lugar en el contexto de una grave crisis humanitaria, marcada por masacres y importantes desplazamientos de población. Tras el fracaso de las negociaciones de paz, la OTAN lanzó una campaña de bombardeos contra Serbia, sin la aprobación explícita del Consejo de Seguridad de la ONU. Fue solo después del hecho que la ONU adoptó la Resolución 1244, que finalmente formalizó la presencia de una fuerza de mantenimiento de la paz liderada por la OTAN. Si bien esta operación marcó el fin de las atrocidades serbias, planteó dudas

sobre la legalidad de las acciones unilaterales de la Alianza.

 

En Libia, en 2011, la OTAN intervino a través de la Resolución 1973 de la ONU, que autorizaba los ataques aéreos para proteger a los civiles de la violencia del régimen de Gadafi. Sin embargo, la misión avanzó muy rápidamente hacia un objetivo de cambio de régimen, que no estaba explícitamente previsto en el mandato de la ONU. Esta intervención llevó a una situación de caos en Libia, reforzando las críticas a la

injerencia de la OTAN y su falta de respeto al marco del derecho internacional.

 

El problema de que la OTAN actúe sin un mandato de la ONU es, ante todo, una violación del derecho internacional. De hecho, el Artículo 1 y el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas estipulan que toda intervención militar contra un Estado soberano debe ser autorizada por el Consejo de Seguridad. La OTAN ha lanzado ataques aéreos unilateralmente sin un mandato de la ONU.

 

En mi opinión, esto también plantea interrogantes desde el punto de vista de la soberanía de los Estados. De hecho, Serbia es un Estado soberano que tiene pleno poder de decisión con respecto a su territorio. Sin embargo, sus acciones en Kosovo forman parte de sus asuntos internos. Por lo tanto, si esquematizamos, al intervenir dentro de un Estado soberano sin un mandato de la ONU, se puede considerar que la OTAN ha violado la soberanía del Estado. Esto puede ser peligroso porque otras organizaciones militares podrían usarlo como justificación para ciertas intervenciones. El respeto a la soberanía nacional está protegido por el Artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas.

 

Estos dos ejemplos muestran que, si bien las intervenciones de la OTAN pueden estar justificadas a nivel moral o humanitario, plantean un

problema de legitimidad jurídica y política. El incumplimiento del derecho internacional puede socavar la credibilidad de la organización y sentar un precedente peligroso para otras potencias militares.

 

 

¿Sigue siendo legítima la OTAN frente a los desafíos del mundo actual?

 

La OTAN ha desempeñado un papel crucial en el mantenimiento de la paz mundial interviniendo en conflictos a gran escala. Históricamente, su principal objetivo era contrarrestar el expansionismo soviético y garantizar la estabilidad en Europa. Hoy, con el fin de la Guerra Fría y la

aparición de nuevas amenazas como el terrorismo, la ciberguerra y los conflictos híbridos, la Alianza ha tenido que adaptar sus misiones.

 

Sin embargo, la eficacia y la cohesión de la organización se ponen a prueba mediante la disensión y la crítica internas. En primer lugar, creo que la causa principal que en 1949 empujó a los estados a unir fuerzas y crear la OTAN, que era luchar contra el expansionismo ruso en Europa gracias a la protección de los Estados Unidos, ya no es relevante hoy; de hecho, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha cuestionado el compromiso de Estados Unidos con la Alianza, incluso ha criticado la distribución del gasto militar entre los miembros. Ya lo había hecho durante su primer mandato presidencial en 2017. Ha dicho expresamente que si, por ejemplo, los países balcánicos son atacados, no es seguro desplegar ayuda militar.

 

Además, algunas intervenciones pasadas han demostrado los límites del marco legal de la OTAN frente a las nuevas formas de guerra. Por ejemplo, los ciberataques y la desinformación, que no son estrictamente un ataque armado tradicional, plantean la cuestión de la aplicación del artículo 5 del Tratado de Washington sobre defensa colectiva.

 

 

¿Hacia una necesaria reforma de la OTAN?

 

Por lo tanto, el papel y la legitimidad de la OTAN están siendo cuestionados realmente. La organización, que originalmente se basaba en el paraguas protector de Estados Unidos, se debilita ante el auge de la política aislacionista de Donald Trump, que también se caracteriza por una tendencia general de repliegue estratégico estadounidense. Además, los desafíos contemporáneos, como las llamadas guerras no convencionales y la desinformación, ya no siempre se corresponden con los marcos de acción tradicionales de la OTAN.

 

A esto se suman las numerosas intervenciones llevadas a cabo sin un mandato explícito de la ONU, que han contribuido a la credibilidad de la Alianza en el escenario internacional porque significa que la OTAN está violando el derecho internacional. En este contexto, la OTAN ya no

puede reclamar una legitimidad indiscutible y corre el riesgo de convertirse en una alianza obsoleta si no emprende una reforma en profundidad.

Una mejor coordinación con las Naciones Unidas y una revisión de su enfoque son esenciales para evitar la confusión entre la legalidad y la legitimidad.

 

Un ejemplo de reforma concreta que podría aplicarse sería el desarrollo de alianzas regionales más flexibles. Por lo tanto, esto permitiría

desarrollar asociaciones con otros Estados que no son miembros de la organización a fin de responder a problemas o crisis específicos y sin que esto conduzca a un compromiso global de toda la organización. También permitiría a los Estados europeos que forman parte de la Alianza ser menos dependientes de la protección militar de Estados Unidos en vista de las políticas de Donald Trump. Si no se adapta a las nuevas realidades del siglo XXI, creo que la OTAN podría perder su razón de ser como actor principal en la seguridad internacional.

 

 

LÉA GOMEZ

Estudiante de intercambio en el grado en relaciones Internacionales

Universidad Villanueva
villanuevacomunicacion@gmail.com


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