Desde hace algunos siglos conviven diversos relatos no pocas veces contradictorios sobre la historia de España y la Hispanidad. Estos relatos han tenido y tienen repercusiones sociales y políticas en nuestras sociedades. El esfuerzo por elaborar un relato común veraz y exento de visiones maniqueas y reduccionistas puede ayudar a la construcción de un proyecto común que respete la pluralidad y haga hincapié en lo que nos une en lugar de hacerlo en lo que nos separa. Como decía Menéndez Pidal en 1947, “La normalización de la vida exigirá, mañana mismo, ideas de convivencia por las que cada español, movido de profunda simpatía hacia su hermano, deje agitarse dentro de sí las dos tendencias, tradición y renovación, las dos fuerzas que siempre han de contender y compenetrarse, impulsando los más beneficiosos aciertos, las dos almas contradictorias que sientedentro de sí todo el que pugna en los altos problemas y aspiraciones de la vida…” (Los españoles en la historia, Ramón Menéndez Pidal, Espasa Calpe, Madrid 1982, p. 236). El español y nuestra cultura común es una riqueza de la que no podemos privar al acervo común de la humanidad.